martes, 7 de julio de 2009

La Casa de las Palabras

Las palabras, guardadas en viejos frascos de cristal, esperaban a los poetas y se le ofrecían, locas de ganas de ser elegidas: ellas rogaban a los poetas que las miraran, que las olieran, que las tocaran, que las lamieran. Los poetas abrían los frascos, probaban palabras con el dedo y entonces se relamían o fruncían la nariz. Los poetas andaban en busca de palabras que no conocían, y también buscaban palabras que conocían y habían perdido.

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